Los broncodilatadores son por vía inhalada, es decir, que se administran utilizando la respiración del paciente, para que sean más eficaces y lleguen directamente al pulmón.
Si se administra el medicamento mientras que cogemos aire (inhalación o inspiración), sus partículas viajarán hasta las vías respiratorias que es la zona a tratar. Además la acción del fármaco es más o menos inmediata, pueden utilizarse dosis bajas y tienen pocos efectos secundarios.
En cambio, los medicamentos en forma de pastillas, sobres… pasan primero al estómago y de ahí a la sangre que lleva el medicamento al lugar en el que se precisa. Todo ello retrasa la acción del medicamento, por lo que la administración de la medicación respiratoria en este formato no es adecuada.
Uno de los mayores problemas que genera la medicación en este formato es que la realización de las técnicas inhaladas no son fáciles para todos los pacientes, los cuales, en muchas ocasiones no lo hacen correctamente, lo que implica que la medicación no haga el efecto deseado y que los pacientes, por la dificultad y la falta de efectos beneficiosos, dejen de tomarla.
Para que cierto tipo medicación pueda tomarse por vía inhalada hay que crear un aerosol, es decir, una suspensión de partículas líquidas o sólidas en un gas. La manera de conseguirlo es utilizando dos dispositivos
- Nebulizador: generan aerosoles de partículas líquidas.
- Inhaladores: producen aerosoles desde partículas sólidas, inhaladores convencionales, o líquidas, inhaladores Modulite.
En otros casos se pueden tomar en polvo, como es el caso de los inhaladores de polvo seco
El médico pautará una forma de administración u otra dependiendo de la edad, la historia médica, la gravedad de la enfermedad, la frecuencia de los síntomas y de su utilización y de la facilidad de manejo del paciente. La gran mayoría de las medicaciones pueden aplicarse de más de una manera, por lo que hay que ver cuál es la mejor para cada uno de los pacientes.