23 Dec
  • By Lovexair
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Neumonía en los adultos

La neumonía es una infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones.

Los alveolos son unos pequeños sacos que se encuentran dentro de los pulmones y al respirar se llenan de aire y se vacían. Al coger aire el oxígeno pasa a nuestro organismo y llega a los alveolos. Una vez allí pasa a la sangre y ésta se oxigena, dejando el CO2 en los alveolos, el cual será expulsado al exterior al soltar el aire. A esto se le llama intercambio gaseoso. Pero cuando una persona tiene neumonía sus alveolos están llenos de líquido y pus, lo que produce dolor al inspirar e impide este intercambio.

Los agentes infecciosos que la producen pueden ser bacterias, virus, parásitos y hongos.

Tiene diferentes formas de propagación. Los virus y las bacterias se encuentran en la nariz o la garganta de las personas y si se inhalan pueden desencadenar infecciones a nivel pulmonar. Pero pueden salir al exterior en la saliva y las secreciones  producidas al toser y al estornudar, como ocurre con la gripe.

Igualmente puede contraer la enfermedad si inhala alimentos, líquidos, vómitos o secreciones desde la boca a los pulmones, produciéndose una neumonía por aspiración.

Para reducir la propagación hay que  evitar el contacto físico con las personas infectadas (besos, abrazos…) y no compartir objetos con ellas (vasos, cubiertos, pañuelos…)

 También puede propagarse por la sangre, pero se necesita investigar más al respecto.

La neumonía comienza tras una infección de nariz y garganta que se convertirá en neumonía en 2 o 3 días

Los síntomas variarán en función de la causa de la neumonía. Los más comunes son fiebre, escalofríos con temblores, tos, secreciones con sangre, dificultad al respirar,  confusión, sudoración excesiva, dolor de cabeza, falta de apetito, cansancio, dolor torácico agudo que empeora al coger aire profundamente o al toser…

Los factores de riesgo más importantes son el padecer una patología pulmonar crónica como la EPOC, bronquiectasis, fibrosis quística…, tabaquismo, problemas inmulógicos (cáncer, trasplante de órganos…), problemas cerebrales (demencia, accidente cerebrovascular, parálisis cerebral…), padecer otras patologías crónicas no respiratorias (diabetes, cardiopatía…), y el haberse realizado una cirugía reciente general o de cáncer de boca, garganta o cuello, en particular.14110537532_9a7a111691_z

Para realizar un diagnóstico se deben realizar diferentes pruebas como la auscultación, la radigrafía de tórax, la gasometría arterial, analítica, tomografía computarizada de tórax y cultivos de esputo y/o líquido pleural. En casos excepcionales se utilizará la broncoscopia y la toracocentesis.

Si la causa es bacteriana el tratamiento de elección serán los antibióticos que deben administrarse de manera estricta. También se aumentará la ingesta de líquidos. La hospitalización se llevará a cabo en los casos más graves.

Para prevenir es importante no fumar, ya que el tabaco daña la capacidad de los pulmones para detener la infección,  realizar un frecuente lavado de manos y utilizar pañuelos de papel desechables. La administración de la vacuna antigripal y de la antineumocócica es muy importante sobre todo en los grupos de riesgo.